La vida es ritmo, pulso, acento, silencio, melodía, danza, formas en que los cuerpos se expresan y comunican en lenguajes de texturas y matices infinitos. La música constituye el más universal de los medios de comunicación.
Sin embargo, un ritmo desenfrenado invade nuestras sociedades, lo que impide a los seres humanos oírse a sí mismos y a los demás, atender a sus propios ritmos y melodías, conocer y disfrutar el más universal de los legados de la historia de la humanidad.
Los niños y las niñas tienen derecho a desarrollar su potencial creativo desde los primeros momentos de su vida, cuyas bases se asientan en la sensibilidad y la capacidad de expresión. Y los adultos tienen la responsabilidad de proporcionarles la oportunidad de que lo hagan. El placer de compartir la música genera conexiones entre padres e hijos a medida que los sonidos y los ritmos rodean al niño en un mundo de sensaciones y sentimientos. La música también ofrece una placentera y provechosa experiencia de aprendizaje y alimenta la imaginación y la creatividad de los niños.
Partiendo de esta filosofía propongo como objetivo global hacer emerger y encauzar las potencialidades musicales innatas que tienen todas las personas, sin olvidar la influencia de la música en el desarrollo global del niño. Siendo la música la que facilitará un desarrollo equilibrado tanto a nivel corporal, afectivo como social. Permitiendo el desarrollo del máximo potencial personal e influyendo directamente sobre su lecto- escritura, ritmo, capacidad de comunicación, coordinación, pensamiento lógico y matemático y memoria. No solo facilitará desarrollar al máximo estas áreas sino también posibilitará su trabajo en grupo, crear y relacionarse más libremente, recordar visual y auditivamente, expresar emociones, sensaciones y estados de ánimo.
Está demostrado científicamente (“El efecto Mozart para niños” Don Campbell, “La música y el cerebro” Jean-Paul Despins) que antes de nacer y durante los primeros dieciocho meses de vida, el cerebro construye su red de conexiones neuronales (sinapsis) a una gran velocidad y las recubre de mielina que aísla los nervios, capacitándolos para acelerar la transmisión de mensajes y mejorar su funcionamiento. Cada vez que cantamos, acunamos, abrazamos, jugamos con el niño, estas conexiones se refuerzan y no se pierden, cosa que pasaría si el niño no fuera estimulado.
Por todo ello proponemos un programa de actividades musicales creativas dirigido a potenciar la increíble fertilidad que presenta este tramo de edad (0-6) en el acercamiento y descubrimiento de la música y en la creación de hábitos de percepción, atención, coordinación y ejecución que harán suyos toda la vida.
La música tiene un poder que va más allá de las palabras.
La música está en todas partes: con palmas, en el balbuceo de un bebé, en el sonido del viento moviéndose entre los árboles, en las gotas de lluvia cayendo sobre el tejado y más que todo en las canciones que su familia atesora.
La canción destacará como recurso didáctico al ser la síntesis global de los elementos del lenguaje musical (ritmo, melodía, armonía, timbre, textura, forma). Para los niños el canto es una necesidad y constituye un acto espontáneo en el desarrollo de la capacidad de expresión artística y afectiva, contribuyendo a su desarrollo global.
“APRENDER A CREAR JUNTOS ES APRENDER A VIVIR DE OTRA MANERA.”
Artículo escrito por: Alicia Wechsler, profesora de estimulación musical. Para más información pulse aquí.